Control, esa sería la palabra que definiría nuestras sesiones siguientes. En una de ellas debíamos utilizar la respiración para controlar la risa que nos provocaba el que un compañero nos tocara con una pluma, lo consiguieron en el momento que controlaron la respiración. En la siguiente sesión debían contar 60 segundos y ver cuanto se acercaban al reloj, se fueron de 5 segundos. Y la última debían pasar del movimiento y risas a la relajación centrándonos únicamente con la respiración. Les dije que la respiración les podía ayudar en momentos de enfado y también de miedo. Días después algunos niños me dijeron que lo habían probado cuándo tuvieron miedo y lo habían alejado, ASÍ QUE...
¡OBJETIVO CONSEGUIDO!
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